El hombre, desde su origen, vivió en un maravilloso hábitat natural lleno de belleza y de abundancia. Pero, el propio egoísmo y ambición lo llevó a destruir lo que amorosa y sabiamente lo albergaba. Así vemos la naturaleza maltrada y a los animales sufriendo injustamente bajo una mano pseudomnipotente y egocéntrica.
El hombre no quiso reconocer sus limitaciones y ambicionó parecerse al Supremo. Sus múltiples equivocaciones llevaron al planeta a un estado calamitoso de ruina y tristeza. Esta amarga historia que viene escribiéndose desde años y años, continúa desarrollándose implacablemente guiada por el pensamiento destructivo de seres que no conocen el amor.
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